Vine de lejos
a colgar mi ambición de laureles ocultos.
Vine sin lástimas que acariciaran mi piel.
Llegué sola y fría
Cabalgando sobre la luna
envuelta en manifiestos de avaricia
depositando ruina sobre ruina.
Supe de los entuertos más obscenos
de las prisiones del alma
de los leprosos
cuyas llagas dormitan
en corazones postrados, sobre rodillas azules.
Nada consuela la frágil cordura que maneja
mi respiración
apenas recuerdo mi nombre.
Apenas el sabor de quien amé.
Uf, qué bueno, Bego.
ResponderEliminarBesos.