no sabe de los sueños cotidianos,
de los arrebatos nocturnos,
de los cuentos desgastados.
Desconoce los deseos
ocultos entre las sábanas.
No sabe de las sombras,
las mira con ceguera.
No entiende,
que desde que tienes alas,
sus dominios ya no duelen.
Fueron fumigados
con grandes dosis de conocimiento,
orquestados en estelas vespertinas,
rastros de letras,
conjuntos interminables de oraciones,
capaces de mitigar lo sufrido.
El implacable desdén de la ignorancia...
Y la palabra, te dio alas.
Te otorgó la sensatez,
el equilibrio.
Te concedió el placer
de conquistar el aire...
La libertad para abandonar
el olvido.
Un privilegio azul,
un celeste fruto,
respirable, comestible.
Un líquido puro,
potable, oxigenado, bebible.
El combustible ideal
para atreverse a interpretar,
lo no vivido.
Me ha gustado, Begoña. Me encantan las enumeraciones del final y esa guinda que siempre le sabes poner al final.
ResponderEliminarUn beso.
Gracias javier, por tus palabras y tu fidelidad.
ResponderEliminarCariñitos.
he aquí un cruce de caminos. Hoy los ods hemos soñado con alas ¿Por qué será? Seguro que estamos deseando levantar el vuelo. ¿Adonde? Que más da.
ResponderEliminarun besazo
Y voló, en dirección al sol???? no sé...
ResponderEliminarPepe, tienes razón, da igual dónde vayamos, volemos, volemos libres con alas/palabras y la poesía como alimento...
Gracias por venir.
Besazos.