El día más señalado de mi vida.

Hoy  mi niña ha cumplido diez años, es algo increíble. Hace diez años estaba recién parída, hecha polvo; después de doce horas de parto y con un cólico nefrítico, compañero inseparable en la recta final del embarazo al que no dejó llegar a término.

El hospital donde di a luz estaba desmantelado por obras, escombros por todos lados, boquetes y por supuesto unas corrientes de aire que hicieron que me agarrara uno de los peores catarros de mi vida...

Después de contaros estas pinceladas nada originales. Os diré como ya lo he hecho en otras ocasiones que mi hija es todo. Puede que suene a madre a lo que dice cualquier madre, pero no, yo sé lo que me digo porque mi hija es mi salvadora, es mi redentora, es la persona que me da la vida cada día, desde ése 25 de marzo de 2001. 

Ella fue la que me dio a luz a mí... La que enciende el interruptor cada mañana para que movilice mi espíritu. Ella mi inspiración, ella también ahora, mi madre. Porque no hay nadie que me quiera más, porque no hay nadie que me escuche con más atención, que me admire más, que se entregué a mí con la devoción con la que ella lo hace. Incluso que se ría con mi humor, con los chascarrillos cotidianos que sólo ella entiende.

-Es igual que tú, eso me dicen -Está cortada por tu mismo patrón. Pues sí. Por que mi niña es tan yo... Que cuando me cuenta como ayer que una compañera de clase le contó los lunares de la cara... Ay!, eso también me lo hacían a mí. Tenemos uno las dos, el mismo lunar en el mismo lugar, lo que en la mejilla contraria, es algo que llama la atención.

La gran obra de mi vida, mi mejor poema Adriana.