DESPUÉS DE LA CONDENA

Sé que estás cansado
que no tienes más
que no te queda.
Que ahora pedirías
aquel perdón perseguido,
aquel perdón suicida.
Permíteme una huida...
Me iré,
cuando me eches de menos.
Me iré,
cuando no me tiembles
cuando tenga todas las cartas desnudas.
Cuando derramada, no me pierda.
Ofréceme, lo que encuentres
después de la condena...
Entrecortados pensamientos
esclavizados silencios
mañanas azules
tardes polvorientas.
Noches sin fin...

Sé que no sanarás
que no mientes.
Sé que no contarás
que te duele.
Que tu tiempo está frente al abismo...
Y el mío, sujeto a él.

4 comentarios:

  1. Olé, Begoña. Con su guindita y todo. Se nota que los pules a conciencia.

    Besos y abrazos.

    ResponderEliminar
  2. La verdad Javier, es que sí, que hasta que me doy por vencida, me cuesta, es como un parto, claro que, en sentido metafórico, muy metafórico...jejeje.

    Besazos.

    ResponderEliminar
  3. Gracias por la dirección de la exposición, qué bien que tu hayáis podido verla.
    Y del poema de hoy... la última estrofa es demasiado..., casi que por sí sola sería ya un poema perfecto.
    Un beso.

    ResponderEliminar
  4. Alfaro, por favor, de nada, un placer poder ofrecerte la poca información que he conseguido... Gracias por el comentario, me animas y me ayudas a seguir.

    Besitos.

    ResponderEliminar

Regálame tus palabras...