PEDIR PERDÓN

...Con un tacón de aguja...
Sonaba Alaska en todas las emisoras, yo la adoraba, la había visto varias veces. ¡Qué mal cantaba la jodía!... Pero, no todo es cantar, que decía mi abuela (mira mi amiga Elvira, que parecía un perro afónico y en sus tiempos, era la más afamada artista del tinglao ese de Barcelona, cómo se llamaba... y luego decía; claro que, de cantar nada, pero enseñando la pechuga... )Y le guiñaba un ojo a mi padre cómplice.
Pero bueno, que no me quiero ir por las ramas, que lo que quiero es contarte, librarme un poco del pasado; no quiero justificar nada, que soy culpable y punto...

Tú, no nos habías visto en tu puta vida, nosotros tampoco, pero ni un solo día he pasado y supongo que pasaré sin pensar en tí. Es que tengo conciencia.

Pablo, Ramiro y yo. ¡Vaya trío! Eramos inseparables; aunque con lo tuyo, lógico, ya no supe más de ellos.
La música nos encantaba, que si loquillo, que si Rosendo, y a todo volumen...
También nos interesaba el derecho, pero poco; yo la verdad, que lo hacía por mi madre, que tenía tanta ilusión... Pero de ir a clase nada, el tiempo lo pasábamos en la cafetería de la facul y en el parque, con aquellos tipos que eran tan errollados invitándonos, lo pasábamos tan bien y parecíamos tan modernos... A a los pocos meses, todo cambió. Empezamos a estar demacrados, nerviosos, desesperados, pululando, buscando... Porque, estábamos enfermos los tres y por supuesto nunca más volvimos a pensar en la carrera.
Todos los días era lo mismo, con los libros debajo del brazo.
-Venimos de la biblioteca, le decíamos a mi madre y paseo para arriba y paseo para abajo, con un libro de pega al que habíamos vaciado, creo que lo hizo Pablo, que no me di ni cuenta... Era muy habilidoso el tío.
Y cómo sospechar, que de donde veníamos era de hacer negocios... Los mellizos eran los más escurridizos camellos de la zona, su cartera de clientes engordaba al mismo ritmo que adelgazaban sus cuerpos. Y yo, la más cariñosa, "La Mimitos" me llamaban, los que hacían posible mi dosis.

Lo cierto tío, es que lo tuyo fue mala suerte, yo no tenía ni idea de que estabas allí debajo comiéndole el morro a aquella paba. Que no creas que quiero escurrir el bulto, yo era una yonki, sin nada más en la cabeza, que la heroína. Sólo recuerdo, tu puta cara desencajada; siempre tu puta cara, y cuando abres los ojos... Me cago, te juro que me cago, pero nada, que lo tengo asumido, eh...

Ahora, sigue sonando Alaska, ¡fíjate! cómo ha cambiado, si parece que canta y todo...

Han pasado veinte años, hoy salgo de la cárcel. Perdóname, no quise matarte.

9 comentarios:

  1. Ufff, me has llevado de un extremo a otro de la vida, y qué corte antes de las dos últimas líneas.
    Está muy bien, muy bien conseguidos los tres tiempos (el antes, el después y el ahora).
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  2. Gracias Javier, si que es un poco extraño. Me ha dado mucho trabajo, pero es un hijo, jejeje...

    Besito.

    ResponderEliminar
  3. Alfaro, me alegro, no sabes cuánto de que te haya gustado, porque me ha tenido loca, qué complicación con los tiempos, pero es que se me fue por esos derroteros y quería aprovecharlo...
    Muchas gracias, un fuerte abrazo.

    ResponderEliminar
  4. No me creo lo de la complicación, si parece que la historia fluye, vamos que va solita, que me ha gustado mucho, y me ha recordado viejos tiempos.
    Abrazos de Z.

    ResponderEliminar
  5. Z, si no te lo parece, vale genial, pero te puedo asegurar que me ha dado un dolor de cabeza, que no veas. Lo tenía escrito hace tiempo, pero no me acababa de convencer, parirlo ha sido duro, muy duro.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  6. Bueno Pepe, vaya comentario, qué piropazo, muchas gracias...
    Besos

    ResponderEliminar
  7. Muy bueno Bego, extraño, pero ma extraña es la vida, te ha quedado de Puta madre...queda dicho.
    Besos

    ResponderEliminar

Regálame tus palabras...