El dolor de los dolores
que clamará venganza.
Que no perdonará traiciones domesticadas
plácidas mediodías de sexo entre horas
y noctámbulas acrobacias con truco y desgana.
Que no perdonará la excusa baladí a la hora bruja,
tiempos de hogueras malgastadas
burla sobre burla.
Que no perdonará los tequiero malheridos
ancestrales melodías para la piel inerte
olores y sudores de otros cuerpos...
Cuando a la dueña de mis días, le duela el alma.
Todas las lágrimas devorarán al mismo culpable.
Me arrancaré la simiente.
Y la savia derramada entre mis muslos
no curará heridas resignadas.
Porque el dolor arderá con memoria ágil, sin nostalgia...
Y vomitará las caricias con escrúpulos
almacenadas.
Y vomitará tu nombre,
indoloro, incoloro e insípido.
El dolor debería estar simpre of, of, of,
ResponderEliminaro indoloro como tú has escrito, muy bien.
me encanta esa mujer azul entre las olas.
Un beso.
Muy bueno, Begoña. Nos vamos a hacer expertos en esto de describir el dolor.
ResponderEliminarun besazo
Impresionante, Begoña, un poema envolvente, que te coge por las solapas.
ResponderEliminarMe ha gustado muchísimo.
Besos y abrazos.
Alfaro, la mujer está entre arenas del desierto, a mi también me parecía el mar... La elegí, porque me da la impresión de que la soledad todavía le duele. Me alegra que te guste...
ResponderEliminarPepe, está claro que nos duelen muchas y nos queda mucho por aprender, pero yo creo que estamos en el camino mientras lo podamos contar...
Javier, tú si que me envuelves con tus palabras, eres un encanto...
Qué deciros amigos que me he acostumbrado a teneros por aquí y me hacéis muy feliz.
Gracias y muchos besitos a los tres.