SIN HAMBRE NO HAY PERDÓN


Reposa coronada la mañana
la bendijo la noche soñadora
y un secuestro sonoro
me atraviesa el corazón.
Es la música preferida
y cabalga en la nostalgia...

Unas musas serenas
golpean la puerta y dudan;
entonces, se tambalea su primitivo apetito.
Sin hambre no hay perdón.

Así que, adiós...
Un día gris lo tiene cualquiera.

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