EL AIRE ENVENENADO


Quebradiza, la rutina
desciende por la escalera.
Un vecino mutilado, donde
la esperanza pide pan,
se vuelve y contempla,
el paisaje de contenidos miedos
y sometidos males,
embutidos entre paredes
de conchas y sal.

La mujer, toma el aire envenenado,
el refresco verde y temprano de la prisa
que le lleva galopar la ciudad.

Envuelta en hedores matutinos,
ya no vomita la noche malgastada.
Y piensa en vacaciones siderales,
incluso, se recrea mirando...
El amor que entra en el autobús,
el amor que se reclina y la besa,
el amor, animado por la fantasía
de la soledad.

1 comentario:

  1. Me he visto tan reflejada en esa mujer del poema, incluso en la foto parecía yo, cosa de magia. Te descubrí por enlaces, me encanta como escribes lo que siente. Mara.

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