LA TABLA BENDITA DE LA POSIBILIDAD


Me deja sola la mañana
la tarde, pasa de largo
y me oferta la noche,
sus siluetas de nostalgia.
Agonizan entonces las palabras,
e impasible, un adiós prematuro
azota a mis oídos,
secuestra a mi garganta...
Las vocales pierden su razón,
las consonantes,
me interrogan, se aburren
y también abandonan.
Un batallón de ideas, golpean
mis sienes sin piedad,
tampoco pasa nada.
Los verdugos del silencio,
los fantasmas del pasado,
pretenden violar el futuro.
Pero el futuro, es un náufrago
que se acerca despacio.
Y la dicha,
que se tambalea en el horizonte,
la tabla bendita de la posibilidad.
A ella me agarro.

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