
No hay nada antes
ni después habrá nada
me persigue lo que un día deje de ser.
Cuando tiemblo y descarto pensamientos
en sombra
es porque mi sangre ya no está siendo
derramada como debe
rompo el hechizo que hizo posible la
herida
y consiento que permanezca a mi lado
la posibilidad.
La derrota hostil
la sonrisa maniquea de medianoche
pertenece a otra sabia de mediodía.
Tiemblo toda
y entorpece mi dirección
la exactitud pendenciera
la osada perfección
que anidó en mí
en el siglo primero
cuando deambular
no era un riesgo mortal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Regálame tus palabras...