
Había escuchado todas canciones
y cuando la oyó
creía que era una de tantas.
Su dolor estaba muerto
sus lágrimas
horadaban despeinadas sus sienes
su sexo encallecido
entendía a medias
las maniobras que hacían palpitar el olvido...
Cuando aquellas notas salpicaron la mañana
la resaca remolona se escondía debajo,
en la alhomada.
Cuando la melodía se arrimó a la esperanza
abrió el pecho de nuevo
dolía menos,
dolía tarde.
Esa misma noche
la maleta
descendía de puntillas las escaleras...
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