Mi vida es una noria incandescente
donde asirme a la cordura
parece que puede mantenerme a salvo.
Pido auxilio
los sordos aullidos incontrolados
salen de mi garganta.
Me hago minúscula
no quiero que el miedo al pasar
me sepa y acometa su virtud
a favor de la locura.
Las amenazas de ser feliz
me retroceden sin vacilar
el silencio me acuchilla las entrañas
se prolonga macilento
me golpea firme y seco.
Cuando el ayer me miraba de frente
tenía las armas
me sabía poderosa.
Ahora recuerdo de cuando niña.
La invisibilidad no funciona.
Cierto, la invisibilidad no funciona, pero que grato y agradable era creer que sí lo hacía, verdad?
ResponderEliminarBesoss color paracetamol, :)
yo siempre deseé ser invisble o trasladarme por túneles y laberintos, esto último aún me lo imagino...
ResponderEliminarUn abrazo.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminaryo también lo recuerdo...
ResponderEliminarbesos*
Es lo que quisiéramos algunas veces, sólo la imaginación infantil podría alcanzarlo.
ResponderEliminarBesos besos
No funciona la invisibilidad, eso está claro... te lo digo yo, a veces me convierto en invisible y pierdo mucho, jajaja.
ResponderEliminarUn besote.