Había una vez un cuento
en el que sí quise estar,
decidida solicité una prueba.
Pero alguien,
un ser desgraciado
me dijo, que en ese cuento
no admitían niñas como yo.
Le pregunté que cómo era yo
y todavía estoy esperando...
Para estar en ese cuento
no necesitaba ser alta
ni delgada,
ni demasiado rubia
sólo tenía que hablar con claridad
ser natural
y mirar a los ojos.
No entendía entonces...
Pero había un obstáculo.
Mi ombligo no era el que estaban buscando.
Yo no había leído nada de ombligos
no estaba en el guión
no estaba en el cuento que soñé
por el que me corté el pelo
por el que me corté la timidez
por el que asesiné las ganas de salir corriendo...
No sirvió de nada reclamar
ni lo que me tiré del pelo.
Otra, que no sabía hablar
que de natural tenía menos que el yogur
y jamás miraría a los ojos.
Tenía el ombligo adecuado.
Las pequeñas derrotas nos hacen más fuerte... eso no quiere decir nada sobre tu valía.. sólo que hay que intentarlo por otros lados..
ResponderEliminarqué hubiera hecho o dicho Mafalda, mientras miraba su ombligo?
ResponderEliminarqué ser desgraciado ese!
muy bueno!
un beso*
Ico gracias, si es que yo valgo mucho, aunque no se enteren algunos, jajaja...
ResponderEliminarBesito.
Rayuela,
que bien que me visites y dejes tus palabras. Me gusta que hagas esa observación sobre Mafalda, yo también me lo pregunto.
Cariños
cuantoas ombligos te quedan para soñar como diria mafalda con uno vale
ResponderEliminarGracias Jose,
ResponderEliminarMafalda siempre dando en el ombligo, jejeje.
Te abrazo
ayyyy... el ombligo, jajajaja... nos trae de cabeza, o nos lo miramos demasiado o acaban por mirárnoslo más de la cuenta, una de dos... Precioso cuento-poema o poema-cuento... ¿qué fue primero...? ¡Ya sé! ¡¡Fue Leonardo...!! Qué grande es ella, madre!
ResponderEliminarBesaco.