Con la sonrisa almidonada
con las puntillas tercas
con las rodillas marciales
con los brazos semiatados
con las trenzas apretadas, rojas, enlazadas...
Creía que podía comer hoy
soñar hoy
reír hoy
no tropezar,
no contagiarse de pesadumbre.
Con la brisa huracanada
templó la sopa
con el estrabismo de su mirada
supo retorcer el mantel.
Había un filete aquí
cuando el hambre no latía
pero hoy que ha revivido,
no queda.
Inventarse un hogar con todo
hace daño
con un padre a miles de besos
y una madre en el regazo del miedo.
Que pena tener que buscar un día específico para gritar bien alto lo que hace siglos ya debía de haberse enterrado ... ¿cuándo aprenderá el hombre y la mujer a quererse y a necesitarse mutuamente? ¿cuándo llegará el final de la pesadilla? Creo que no lo veremos, verdad? La gente dice que cambia, pero no es cierto, solo se ocultan ... que es peor.
ResponderEliminarBesoss (desesperanzados)reina
El poema duele en sí mismo, zamorana. Opino igual que Eva, ojalá no necesitáramos un día para reivindicar el no-maltrato...
ResponderEliminarBesos y piruletas ^^ ¡Guapa!