Visité mi casa
y no estaba
revolví
miré
escuché detrás de la primera
puerta invisible
había dos que murmuraban
pero no eran humanos
me quitaron la costra
que cubría mi corazón
yo no estaba
había retrocedido
entre siglos fluorescentes...
Mi casa sin mí
mis dolores sin mí
los olores
los sonidos
los poemas...
Cuando visité mi casa
las heridas me esperaban.
hay veces que no hay que volver a la casa primigenia si no crear una nueva. un beso
ResponderEliminary siempre bego, siempre, las heridas esperan abiertas y sangrando, porque en raras ocasiones consigues que heridas del pasado cicatricen correctamente para no sangrar jamás, me gustó muchísimo, de veras. un abrazo.
ResponderEliminarEstarás siempre, aunque sea herida.
ResponderEliminarUn beso, Bego.
Muy bueno!
ResponderEliminarUna casa que ya no es pero fue, donde se recogen todas las heridas, y están aún como esperándote.
tú ya no estabas allí, pero aún, o ya, estabas.
todo está esperándote. La vida misma espera a ser vivida y mo solo las heridas.
Un abrazo.
las heridas del ayer son las más difíciles de curar; si algo no sana de momento rara vez lo hace con el tiempo
ResponderEliminarun abrazo grande, begoña
Bego, la melancolía esta presente, como la soledad y las heridas, muy bueno tu poema, me pone los pelos de punta, porque me transporta.
ResponderEliminarUn abrazo amiga!
Muchas gracias, por venir y por dejar huella. Espero mañana ir poniéndome al día, que con esto del carnaval, no he tenido tiempo.
ResponderEliminarBesitos para tod@.
Guau! Bego, hace tiempo que no venía a visitarte, me encanta ver esta nueva variedad de colores, y por supuesto tus poemas, aunque duelan, dejen marcar, cicatrices inolvidables, se sabe afrontar, contigo, no hay duda...
ResponderEliminarUn abrazo enorme!
Muy bello, sí.
ResponderEliminarVengo de otros blogs donde te dicen cosas muy lindas.
Un abrazo
cuando la casa duele, la calle y el mundo son la casa
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