EL MOÑO DE TRES PISOS


Llegué tarde, Marta me miró con el morro torcido, no me extrañó, desde que se hizo cargo del negocio, le habían entrado unas ganas de trabajar que francamente, me tenía extenuada de sólo verla.
Nunca le habían preocupado, que yo supiera; las cuentas, los clientes, ni los pedidos bien o mal traídos. Pero desde que hace un par de meses, dijo que sí, a la propuesta de Cristina, estaba irreconocible. Una tacaña explotadora, que me traía enfilada...
Siempre he sido una pasota y me han dado igual ocho que ochenta, pero es que con esta manía de tanto currelo me estoy cansando, que no se puede entrar a las diez y salir a las nueve de la noche de un trabajo, que al fin y al cabo, me da para mal vivir en una habitación, donde no me cabe ni la ciclostatic, donde pasean a sus anchas todos los huéspedes que se arrastran y sobrevuelan del tamaño de dos centímetros. Un sueldo de miseria, que apenas me da para el bonobús y que me está tacañizando de tal modo, que a veces, hasta voy andando, ah! y de comer no hablo, porque el hambre se intaló en mi estómago hace tanto, que me conformo con el bocata de mediodía, y con los cafés que voy gorroneando a diestro y siniestro que se me cruza, aunque les haya lavado la cabeza una sola vez.

Esa mañana el ambiente estaba caldeado, las clientas hablaban sin parar y Manolo se había sentado justo enfrente de Paula, la buenorra del barrio, porque su cruce de piernas, le dejaban preparado para acto seguido irse al baño y aliviarse en solitario.
Manolo me parecía un tipo interesante, siempre se arreglaba el pelo el primer viernes de mes. No era nada feo, y me habían comentado, que tenía una polla prodigiosa, vamos, como me gustan a mi, un miembro grueso, complaciente y con aguante, que te puede dejar multiorgásmica para los restos, un lujo...
Cuando andaba yo, con esos gozosos pensamientos, la puerta cedió para dejar pasar a una mujer desconocida, todo un acontecimiento, ¡pero que lleva esa en la cabeza!...
Me dirigí a ella, la tomé del brazo y sin mediar palabra me señaló con nerviosismo el moño desconunal que descansaba sobre su cabeza.
Le dije, ¡lavar y marcar! con cierta guasa. Antes de que pudiera hacer nada, se echó a llorar; se hizo entonces un silencio incómodo, sospechoso. Estaba claro que algo pasaba entre la maraña de cabello.
La curiosidad me podía, pero sin perder la calma, llamé a Marta que estaba ocupadísima con unas mechas coloredas de fucsia, horrorosas por cierto.
-Mira rica, como comprenderás, por la mierda que me pagas, no pienso descubrir lo que hay ahí dentro.
-Bueno, pero habrá que solucionarlo, digo yo...
-Si, si me das cincuenta euros más este mes, me encargo de ella hasta el final y la lanzo a la calle niquelada.
Tras un rato de observación, torcer el morro, los ojos, el entrecejo y mirar a la caja registradora y el moño, dijo:
-De acuerdo, pero no me molestes, ni me digas; es toda tuya. 
No sabía por donde empezar y, ocurrió algo...
Manolo apareció después de su manualidad (eso creía yo) en plena forma, al ver el panorama y como las gotas de sudor empezaban a hacerme puré el maquillaje de dos euros, me llevó con discreción a parte, y me contó...

Resulta que la polla de mis sueños, conocía las andanzas de la desmoñada y me desveló, que la pirámide, era la forma de transportar "las pastis" que necesitaba la peña para el mes, y que él era el enlace, por eso, se arreglaba el pelo todos los primeros viernes de mes, y le esperaba en el lugar convenido sin levantar sospechas. Pero esta vez, se había complicado, la bolsa se había roto y la mercancía, estaba entre la maraña de pelo...
A partir de ese momento, mi situación laboral como currela cambió. Era la confidente de un traficante. Pensé en denunciarle, pero habría acabado con la posibilidad de follármelo... Y sacar partido, era lo que tocaba. Además, mi larga melena, no necesitaba de postizos que pudieran arruinar el negocio.

6 comentarios:

  1. me gustan los deseos tan claros como los expresados en el último párrafo, esa sinceridad me gusta, la valoro como valentía

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  2. Asombrosa historia, no sabia yo que tambien escribias con una prosa tan bonita!!

    Me gusta el hilo conductor, la forma de expresarte y el final, concreto y directo.

    Un abrazo muchachita!

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  3. gracias bego por esta prosa, y por tu gesto.

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  4. Bueno, pues sí, también tengo mis cosillas en prosa y las estoy recogiendo y corrigiendo, algunas ya han pasado por aquí. Me alegra que os parezcan aceptables.

    Un gran abrazo para los tres.

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  5. me encantaaaaa
    nada más puedo añadir.
    abrazo
    peter

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