UN BUEN NEGOCIO


Susana me llamó a media mañana. -Tía, que he visto, en una página de Internet, un anuncio... Un local estupendo, tía con tus ideas, bueno bueno, que lo veo montado, que me encanta, que sí, que lo tienes que ver...
Me quedé parada, no tenía ni idea de lo que me estaba diciendo, la cabeza me explotaba, llevaba dos noches sin pegar ojo; la verdad es que me estaba pasando con las cañas de la tarde, los gintonic de la noche y los porros de madrugada. Mi cuerpo, no estaba para el ritmo que Susana intentaba imponerle, qué torbellino de mujer... Encima, mis vecinos no paraban de dar porrazos contra las paredes, qué cabeza más dura tiene el tío, porque esos son cabezazos, a mi me lo parecen, desde luego...

Una vez centrada en lo que mi amiga me decía, le dije a todo que sí. No tenía nada que perder. Acepté quedar con ella para mirar el anuncio, que iba a salvarme de mi existencia abocada al fracaso. Desde mi divorcio todo eran deudas, todo era triste y todo era una mierda. Sí, porque ya no me quedaba ni la poca dignidad de la que presumía, delante de amor de mi exvida.
Susana me conocía bien, era mi mejor/única amiga, sin dinero los amigos no lo son tanto... Y además, tenía siempre razón. Nunca había mencionado nada en contra de Álvaro, aunque yo notaba, que había cierta tirantez entre ellos. El día que se enteró de que le había puesto las maletas en la puerta, le dio un ataque muy raro, una risa floja, no sabía qué pensar. Hasta que me confesó, que ése hijo de puta, el mismo día de la boda, en el banquete, le dijo, que si ella quería se la tiraba en el baño, que sabía que era una cachonda integral que calentaba todo tipo de pollas... Me quedé estupefacta, y siguió: -Cómo comprenderás no podía decirte una cosa así, y alucina, que hasta he rezado para que abrieras los ojos cuanto antes, porque no aguantaba más sin contártelo; he pasado un verdadero calvario de disimulos; sobre todo, referido a mis amantes de diferentes colores, que le ponían como una moto. Si te enseño los mensajes que me mandaba te mueres. Por ofensivos, xenófovos y bueno... Repugnantes. Pero, que te quede claro, que si los quieres utilizar en el juicio, por mi adelante, que tú eres mi amiga con todas las consecuencias y por mi reputación no te preocupes, que yo sabré qué hacer con ella.
Me quedé un rato con la boca abierta e hice como que me enfadaba, por no habérmelo contado, pero lo cierto es que no me importó, me sentí desconcertada, pero aliviada... Recuerdo que esa noche dormí como un lirón y quise a Susana como creo que no he querido a nadie en mi vida. Supe, que jamás haría nada irremediable que rompiera nuestra amistad.

A las cinco de la tarde, apareció en casa cargando con el portatil, me miró y me dijo: - Estás estupenda, el naranja te favorece un montón; así me gusta, que le pongas color a la vida. Abrió el ordenador y, tachán... Mi vida comenzó a tener sentido, el negocio que veíamos a través de la pantalla, a pesar de que el local era pequeño, estaba lejos del centro, tenía poca luz y había que reformarlo entero; era genial... Cuando Susana me dijo, que iba a estar a mi lado, que seríamos socias, adiviné que podríamos con todo.

Hace casi dos años que vivimos juntas, el negocio va de maravilla y nuestra hija cumplirá tres meses mañana.

9 comentarios:

  1. Es fantástico, Begoña,lo he leído hasta con ansiedad, a ver, a ver... qué pasaba.
    Es muy bueno.

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  2. Buen relato.. de calle y diván.. sólo vendes ropa para tías? jej.. un saludo poco serio.

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  3. Alfaro, me alegra mucho que te haya gustado, ya sabes, si le ves alguna cosa, me lo dices, vale???

    Un besazo.


    Pedro, gracias, me encanta que te pases por mi humilde morada, jejeje...

    Un abrazo.

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  4. Muy bueno, Begoña, has sabido introducir algo de misterio entre la claridad para tenernos en vilo hasta el final.

    Besos y abrazos.

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  5. javier, me animan mucho tus comentarios, como ves te he hecho caso con los relatos y me voy atreviendo.
    Un beso.

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  6. Qué bueno, y le consigues dar un giro a última hora, pensé en mil cosas, incluso en que se lo iban a cargar entre las dos. Pero este final, brillante e inesperado...
    Abrazo, Z.

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  7. ¡Que gusto da regresar y encontrarme con un relato tan bueno! La que tendría que darme consejos eres tú a mí.
    Besazo

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  8. Z, qué imaginación, me gustaría que mostraras tus propias historias...

    Gran abrazo.

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  9. Pepe, me abrumas...
    Te he echado de menos, bienvenido.

    Besazos.

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