Seré inevitablemente ella
una ella clara y transparente
una ella que se te clava
en esa solapa que golpea
como si la flor del ojal nunca pudiera marchitase
para recordarte que estoy
que permanezco
que aunque no me revele tu latido
el secreto de la máquina
permaneceré a la espera.
La prisa no me dicta
me guío por un pecho impetuoso
a pesar de herido
un árbol cuyas ramas todavía me abrazan
que albergan la calma que necesita mi respiración.
Nada agita como tú la tibia madrugada
nadie soporta el plomo del cielo cuando llora mi nombre
cuando supura la cavidad dormida.
Sólo palabras insomnes consuelan
sólo palabras danzantes
punzadas suaves colocadas de dos en dos
tú y esa ella
más yo que yo.
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