ARRINCONANDO LA PRUDENCIA

Había derramado algunas lágrimas
varios gintonics
y catorce palabras
que tú llamarías palabros.
Había preguntado
la hora quince veces
repasado la tarde de ayer
la llamada
el discurso
el disgusto,
el indiscutible acento de tu madre.
Me había proclamado perdedora
derrotada, vencida, casi víctima.

Ya eran las tres, sí de la mañana...

Cuando me abrazaste por detrás
tomándome a traición
arrinconando la prudencia...

y supe que había llegado al cielo.

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