Perdí mi tiempo
en contemplaciones sin medida.
Dueña como era de mis días
dejé que abolieras mi sueños
sacrificando a mis pesadillas.
Insistí en devolverte
tantos segundos
que perdí mi inclinación
natural a la templanza.
Encontré a una mí misma
descolgada,
aunque advertida a destiempo.
Pensaba que podía
que después del abandono
quedaba un hilo al que asirme
que aunque finísimo,
mi peso ahora casi etéreo
podía fingir mejor...
Cuales después de ti
eran los gramos de mi alma.
madre mía Begoña duele y duele ese hilo .... poema de los que tiemblo
ResponderEliminarbesicosss miles