las horas lentas
no nos contaban nada,
yo, intentaba pronunciar un nombre
pero la lengua
la tenía de trapo
la cabeza de cartón
y el estómago
había sido evacuado
en la derrota de la madrugada
Alguien me convenció
para que me divirtiera
porque era domingo
porque mañana sería un lunes
repleto de labores
por hacer...
Lo intenté,
pero detesto los domingos
desde aquel
en que mi prometiste la luna
y me dejaste en la cuneta
del amanecer
después de desabrocharme la blusa...
suele pasar que las palabras que se pronuncian con facilidad se las lleva el viento
ResponderEliminarmuy sentido
abrazos
Sea domingo o miércoles, las promesas incumplidas nos dejan mal sabor.
ResponderEliminarMejor dicho, muy mal sabor.
Besos
yo también los odio pero sólo porque está más cerca el lunes.. tús razones tenías..un beso
ResponderEliminarPrecioso, Begoña, me ha encantado. Llevo algún tiempo menos activa respecto a esto del blog, ya ves... me limito a una reflexión y a correr, sentía que me estaba perdiendo algo bueno no leyéndote. Y así es.
ResponderEliminarRecularé a fin de leer algo de lo atrasado.
Besazo.
Regreso de darme un paseo y comentarte entradas anteriores... me reafirmo en lo dicho, un placer.
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