Estoy muy triste y arrepentida, he reñido a mi niña por algo que realmente no merecía una riña, si no más bien todo lo contrario o por lo menos consuelo y atención, pero me he dejado llevar por mi propia frustración, un enfado que realmente es conmigo misma y después de escribir esto y dedicarle un poema a continuación, le pediré perdón, le explicaré que a veces, no soy esa madre que ella adora e incluso idolatra, que a veces soy una persona horrible, a la que por unos minutos me gustaría hacer desaparecer.
Hace poco descubrí a una poeta que me ha llenado mucho y que curiosamente no sé por qué, he acudido a ella en estos momentos. Gioconda Belli, y me he sorprendido delante de un poema titulado "Lazos", dedicado a su hija, que resulta se llama como la mía, cosas de hadas creo yo...
LAZOS
para Adriana, mi hija
¿Cómo puede alguien
que apenas sabe pronunciar
unas cuantas palabras
arar un camino tan hondo
y entrar a saco
por cuanta ranura hay abierta
en mi invisible palpitante centro?
A diario, niña,
acumulo tu amor
como avaro guardando
expectantes tesoros.
Tu cuerpo menudo y caliente
entre mis brazos
me lleva tan cerca de la felicidad
que, temiendo semejante abundancia,
te susurro mi dicha como un largo secreto clandestino.
No sé por qué
en las noches cuando te sostengo
hasta que cierras las alas
resignandome a la oscuridad del sueño,
siento que contrario a las apariencias,
me tiraste una cuerda de plata en un naufragio
y es mi cordón umbilical
el que ahora descansa en tus pequeñas manos,
como si, hija mía, fuera yo también hija de
esos profundos ojos
que un día sabiamente
soltaron hacia mí
sus relucientes anclas.
Hija de mi esperanza,
diminuta mujer
sobreviviente,
no sé qué hay en tí
que cierra y da sentido
a los círculos misteriosos de mi vida,
sólo sé que cuando la flecha de la tuya
giraba buscando espacio en el espacio,
agua y sed se encontraron
y ahora henos aquí
madre y pequeña niña
apretadas, envueltas, enlazadas,
como si jamás hubiésemos existido
apartadas la una de la otra.
No te castigues, eres una madre genial, sabes reconocer los errores y pedir perdón. Adriana te adora.Un gran abrazo. Ah! y las casualidades no existen todo sigue un plan...
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